Sí pero NO

En el proceso para tomar decisiones siempre pueden existir muchos argumentos a nivel racional, que muy a pesar deja descontento ante la inclinación de la balanza. A veces sucede que la toma de decisiones es de tipo visceral, emocional al 100% sin haber sido decantada por los indicadores lógicos que amerite la situación, y al pasar del tiempo existen arrepentimientos.  

Tenemos que, uno de los mejores argumentos desde el punto de vista racional  para decidirse o no a hacer algo es “no soy capaz de…no puedo”; y desde el lado sentimental se toman decisiones en nombre de “la dignidad” o “el orgullo”. Entonces,  los procesos de cambio comienzan con mucho ímpetu, pero quedan abortados al corto tiempo por no ser realmente consistentes entre razón y emoción.

Al decidir bajo estas premisas, un día pensamos que sí lo haremos al siguiente que no, y se pueden pasar largos períodos oscilando en la indecisión sobre algún tema transcendente que consuma nuestra energía diaria. Cuando se llega a esto, es mejor parar nuestros pensamientos, con un:- no decidiré sobre esto ahora. Decidir, no decidir inmediatamente, también es una decisión. Pero que sea de forma consciente es diferente a tambalearse entre un Sí o un No desgastante.

Generalmente cuando estamos polarizados, es decir sin poder accionar hacia un lado o el otro, depende del metaobjetivo, es decir de la recompensa que obtenemos más allá del objetivo, y que tiene que ver con estados del Ser. Tal es la tranquilidad, seguridad, amor, compañía, confianza, alegría….

En el caso de una relación de pareja disfuncional en la que el sentimiento es más de  incomodidad o infelicidad. Podemos observar que la persona aún se siente amada (aunque sea poco).Por otro lado, terminar la relación haría que validase  su amor propio, entonces se crea la polaridad. Ya que al dejar la relación pierde el amor del otro y, quedándose en la relación niega el amor propio sin permitirse una pareja plena. Ambas situaciones señalan el mismo metaobjetivo, el deseo de sentir: amor.

En cuanto a dejar un empleo para empezar un emprendimiento, quedarse en  el empleo aunque ya no satisfaga las necesidades, sería mantener la seguridad que aporta (incompleta, pero es algo); mientras que dejarlo, sería la salida a la búsqueda de seguridad total que se anhela, en ambos casos, el metaobjetivo es: seguridad.

Tomando los ejemplos anteriores, observamos como nuestra mente colapsa, sin saber ¿qué hacer para mantener el amor o la seguridad? ambas opciones dan la sensación de pérdida. Dejándonos paralizados en la toma de decisiones. El cerebro no puede cuantificar cuanto amor o seguridad tiene, o cuanto logrará. Dichos estados a través de la simple percepción son incuantificables. 

Solo identificando el metaobjetivo, se puede hacer la típica lista de pros y contras a nivel racional emocional, favoreciendo la creación de una tercera opción que incluya además los aspectos ideales para que se cubra el metaobjetivo en su totalidad.

Una vez creada esa tercera opción, visualizarse con los ojos cerrados ejecutándola, nos dará una sensación…. un sentimiento… que será el indicador primario para saber si estamos en el camino correcto o no. 

Crear la tercera opción ante situaciones que parecen bucles, es una excelente alternativa que integra mente, emoción, cuerpo y esencia. Sistémicamente, la sugerencia es decir Sí, si a eso nuevo que nos emociona positivamente, luego, siempre tenemos el derecho de volver a elegir. 

Revista

Artículo anterior

¿Cómo saber si vas bien?
Revista

Siguiente artículo

El Hombre Desvalorizado