Usa tu Talento para vivir en liviandad

La mente serena puede reflejar las maravillas que nos rodean. El estado de quietud mental ha de pasar primero por el de la precisión del movimiento y la acción, el corazón calmo o… ¿es al revés?

Saber que se está haciendo lo apropiado para crecer y evolucionar aporta paz, encargarnos de nosotros mismos, de equilibrar cuanto amor nos damos antes de darle a otros sosiega la necesidad de control interno y externo. Éste último el más común al desear intervenir en los procesos de otros para hacer que sus “vidas sean mejores” dentro de nuestros propios preceptos.

Controlar lo que los demás deben o no hacer es tan fácil, quedarnos mirando el caos externo y justificar nuestro avance esperando que aquello cambie es agotador. Que cambie la pareja, los hijos, los padres, el jefe, la situación con el vecino, la inseguridad social, en fin. La espera es hacia el otro, y desde ese ángulo es muy difícil sentirse en paz o confiado en cuanto a alcanzar los resultados que anhelamos para una vida tranquila y feliz.

La otra premisa que roba la posibilidad de vibrar plenitud, es la excusa de la religión o la Fe en lo Superior sin hacer lo propio. Somos gotas del Oceáno de la Divinidad, es importante  comprender que estamos hechos a imagen y semejanza del Creador, del Universo. Y por ende, somos co-creadores capacitadísimos para hacer de nuestros destinos la mejor opción posible, que además siempre es la promesa celestial que tanto esperamos sentados en oración o meditación constante.

Ni la Fe, ni la oración, ni la meditación constante te darán la serenidad necesaria para accionar hacia la mejor versión de nosotros mismos. A menos que hayamos decidido ser monjes tibetanos, o eremitas. De otro modo, lo Superior es parte de ti, solo pidiendo no se mueven las piezas necesarias para avanzar, esta acción es parecida a la demanda infantil de un niño a sus padres, solo que cambiamos la imagen por la Divinidad cuando somos adultos.

Sí no existe un plan concreto y coherente, sino se siente ese plan en lo más profundo del alma, y si no se acciona hacia él, poco valdrán las plegarias. Porque aquello Superior que nos mueve, espera que florezcas desde tus talentos y no desde tu ansiosa demanda.

Hacer todo lo que esté al alcance como sí Dios no nos estuviese viendo y luego, dejar en sus “manos” para que decida lo más elevado a nuestro Ser.

Esto aporta la serenidad real del alma, nos conecta con la confianza plena que finalmente sucederá lo mejor porque hemos dado lo máximo, hemos hecho lo propio. Así el nivel de resonancia con el que hemos actuado, alinea nuestra vibración a la misma frecuencia, para atraer aquello elevadísimo que ya está allí para nosotros.

Pasarse la vida haciendo desmesuradamente sin orar sin meditar nos hace perder el camino, pero orar o meditar sin hacer, nos hace perder la vida. Existe una parábola bíblica sobre los Talentos, en la cual el padre entrega a sus hijos monedas y espera después de un tiempo los resultados que éstos obtienen de ellas.

Explica, la parábola la decepción enorme del padre hacia el hijo que guardo su talento por miedo a perder, concluyendo: “quítenle el talento y entréguenselo al que tiene diez. Porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia”. Mateo 25, 14-29

Saber que usas tus Talentos, saber que los usas en tu propio beneficio y el de los otros, esa es la mayor dicha que se pueda tener, y el estar dichoso alivia el corazón, la mente, serena el Ser y todo con lo que él conecte.